Cuando se habla de implementación BIM, muchos todavía piensan que basta con dominar un software o instalar las herramientas adecuadas. Sin embargo, el verdadero reto no está en la tecnología: está en el cambio de mentalidad y de organización que exige trabajar en entorno BIM.
Implementar BIM no significa “aprender a usar un programa”, significa transformar los procesos del estudio: cómo se conciben los proyectos, cómo se comunican los equipos y cómo se gestiona la información.
Un cambio de cultura, mucho más que una herramienta
Uno de los errores más habituales es creer que el BIM se limita a un nuevo formato de trabajo. En realidad, implica revisar la forma en que el estudio produce, colabora y toma decisiones.
Cada miembro del equipo pasa de ser un autor individual a formar parte de un proceso compartido. Y eso requiere definir responsabilidades, establecer flujos claros y coordinar cada acción dentro de un modelo común.
Sin una planificación adecuada, incluso los equipos más entusiastas pueden ver comprometidos los plazos y la calidad de sus entregas.
Diseñar la transición con realismo
La clave está en planificar el proceso de implementación como un proyecto en sí mismo.
Antes de empezar, es necesario evaluar los recursos, el tiempo disponible y el nivel de madurez digital del estudio.
Cada organización tiene un ritmo distinto; por eso no existen recetas universales. Lo esencial es que la transición no se imponga, pero si que se construya de forma colaborativa, involucrando a todo el equipo en la definición de los nuevos métodos y objetivos.
La base del éxito: los estándares
El BIM necesita coherencia. Todos los profesionales que intervienen deben trabajar con los mismos criterios y estructuras.
Por eso, el primer paso debe ser la creación de un Manual de Estándares BIM, que recoja las reglas internas del estudio:
Este documento se convierte en el eje del conocimiento técnico del estudio y en su principal garantía de calidad.
A su lado, un template de estudio bien configurado unifica criterios gráficos, parámetros y exportaciones, garantizando que todos los proyectos mantengan consistencia y eficiencia.
Documentar para colaborar
Cuando varios agentes participan en un mismo proyecto, disponer de documentación clara es esencial.
Dos herramientas básicas para cualquier entorno colaborativo son:
BEP (BIM Execution Plan): define los objetivos, entregables y responsabilidades BIM.
BMS (BIM Method Statement): establece un marco común de trabajo entre diferentes equipos.
Ambos documentos, incluso en versiones simplificadas, ayudan a prevenir errores y a mantener la trazabilidad del proceso.
La importancia del proyecto piloto
Todo proceso de implantación necesita una primera experiencia controlada. El proyecto piloto permite comprobar la eficacia de los nuevos procedimientos y detectar áreas de mejora antes de extender el sistema al resto del estudio.
Debe tener una escala adecuada: lo bastante compleja para poner a prueba el flujo de trabajo, pero sin un riesgo excesivo.
El equipo responsable debe incluir a los perfiles más experimentados, que después se encargarán de transferir el conocimiento adquirido.
Más allá del software
La implementación BIM no termina con la instalación de una herramienta. Es un proceso de aprendizaje continuo que afecta a la manera en que los equipos colaboran, gestionan la información y asumen responsabilidades.
El verdadero éxito no depende del programa, sino de la estructura, la comunicación y la cultura de equipo que se construye a su alrededor.
En BIMPRO ayudamos a estudios, promotoras y constructoras a planificar su transición BIM de forma estructurada y eficiente, adaptando los estándares y procesos a la realidad de cada organización.
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